sábado, 6 de septiembre de 2008

"La autodeterminación y el derecho a la independencia"

“INDEPENDENCIA PARA EL PAIS VASCO”

La autodeterminación y el derecho a la independencia.

Por CARLOS PORTILLO SCHARFHAUSEN.

He creído siempre, bueno, desde que he reflexionado sobre ello, que el derecho a la autodeterminación y a la independencia política son inherentes a la libertad individual humana, de cada persona, de cada hombre y mujer.

En contra de lo que muchos piensan yo tengo la convicción que los derechos son individuales y derechos de vivos.

Ni la Sociedades tienen derechos sino en cuanto son la suma de los derechos individuales de todos y cada uno de sus miembros, - no hay derechos abstractos, inherentes e independientes de las colectividades,- ni los muertos tienen más derechos que los que les restan en la memoria y justicia para con ellos de los vivos, justicia que radica, claro, en la conciencia de los vivos.

Esto me lleva a la conclusión que la “independencia para el país vasco” es tan de derecho como la de un habitante de Alcorcón o de la Isla del Bombero que quisiera tener su independencia y su nación. Y que los llamados a boca llena por muchos “derechos históricos” o los derechos de la Historia, no son más que la suma de los derechos que en su sano juicio y equidad deben darse a sí mismo la suma de individuos que forman esa colectividad histórica, cultural, étnica o religiosa, lo que podríamos llamar unas veces “los pueblos” y otras las colectividades.

Si un independentista vasco leyera esto diría: qué razón tiene. Pero yo deseo que siguiera leyendo.

Porque cualquier colectividad, por razones de territorio, cultura o historia que aspire a la independencia no debe olvidar que pertenece de hecho y derecho a otra colectividad mayor en la que está encuadrada en el momento de su elección. Política, formada por unas personas, como ellos, que también tienen sus derechos.

Me explico: hoy yo y cada español somos algo vasco en cuanto que somos españoles y Vasconia, llamémosla así para no herir a las partes, es España, de hecho y derecho, y ha sido España, conciencia histórica de los individuos, durante al menos un puñado de siglos. Y esto es así les guste o no les guste a algunos vascos, porque es una realidad presente y tangible. Vamos tampoco a discutir el “tiempo” histórico. Quiero decir que si parte de lo que es España, sus habitantes actuales, se quiere desgajar de su tronco, por sus reales (de realidad) derechos, los que somos parte del tronco total y entero también tenemos nuestros derechos y nuestra opinión y decisión.

¿Hasta qué punto “su opinión o deseo”, independentistas vascos, pues su valor es el mismo que para los no independentistas, vale, y hasta qué punto vale mi opinión o deseo como resto de los españoles?

Con otras palabras, ¿cada cuanto tiempo se debe celebrar un referéndum sobre el deseo de independencia de una parte de un territorio, sea el que sea, qué peso debe tener su opinión y la del resto del que se desgajan, cuando tienen derechos a volver al tronco común dejado y qué valor tiene la opinión de los del resto del tronco para aceptar o no aceptar la vuelta?

En el caso de España ¿qué valor tiene la Constitución, votada por el tronco total mayoritariamente, y que valor las supuestas encuestas independentistas o los apoyos a partidos independentistas, a veces apoyados quizás por razones distintas a las de la independencia?

¿Tiene el cuerpo común de la comunidad como hoy es la Comunidad Económica Europea y con aspiración a Comunidad Política, poder de decisión para negar toda entrada en su seno a parte desgajada de una Nación miembro, aún como los votos mayoritarios de esa parte, sin el consentimiento de del resto del tronco, es decir en nuestro caso sin el sí mayoritario del resto de los españoles, incluidos catalanes y gallegos independentistas?

¿Podría negarse por ley comunitaria la entrada a esa parte desgajada, dejándola aislada y solitaria en medio del concierto europeo?

¿No sería esta ley un freno para muchas mentes claras, política y económicamente hablando, de los territorios independentistas?

¿Qué porcentaje de votos,- mayoría, cincuenta y uno, mayoría absoluta, setenta y cinco u ochenta por ciento de los votos,- sería necesario para el desgarro, para no hacer la independencia-dependencia, una cuestión de hoy sí, mañana no o veremos?

¿Qué vigencia tiene el mandato de la Constitución en el tiempo y hasta cuando obliga su no cambio y quienes tienen poder para decidir ese cambio? ¿Acaso el mismo imperativo constitucional que evidentemente deja la cuestión en manos de la mayoría del tronco común con la que no puede luchar la minoría separatista aunque fuera el cien por cien de sus miembros?

¿Tiene derecho una minoría muy minoritaria a la lucha armada, postura políticamente incorrecta, -la violencia no, nunca, jamás,- para defender unas posturas separatistas cuando no ven otra oportunidad de imponer su opción individual y políticamente correcta, libertad personal, o no hay más posibilidades, y así lo deben aceptar todos los violentos, que la lucha política de ir sembrando pacíficamente sus ideales hasta alcanzar una mayoría que sea tan cualificada que sea imposible ignorar por la otra gran mayoría del tronco común y sus representantes?

Ni la autodeterminación ni las independencias son fáciles y ni es fácil hacerlas realidades justas, ni hay ley “natural” dentro de los principios de la libertad que la concrete. Son opciones políticas libres, que deben ser claramente defendidas por los partidos políticos, sin engaños para los electores, antes de las elecciones, para que cada cual acepte libremente o no acepte esas posturas en sus términos políticos.

Quiero decir que tan libre y legítimo es que el PNV exprese su opción separatista e independentistas, siempre en la paz y no en la violencia, como que otros partidos nacionales o nacionalistas expresen, siempre claramente y sin engaño, en sus principios y en su forma de realizarse, su opción uninacional , de una España común y de todos los españoles.

Pero lo que no se puede admitir ni por asomo es que ETA y Batasuna se conviertan en el brazo armado y consentido del PNV, con nocturnidad y alevosía, como a veces parece desprenderse de ciertos contubernios secretos o consentidos, ni que el PNV sea la ETA o la Batasuna pacífica de la independencia.

Aunque su último objetivo sea el mismo clara y sin tapujo, la independencia, la distancia de PNV a los violentos debe ser clara y diáfana, en la lucha por todos los medios contra ellos, sin debilidades consentidas, ni tapujos mal tapados, porque de otro modo, es mi opinión,. el PNV se convertiría, aún solo con la colaboración en la sombra, en un partido antidemocrático, falaz y engañoso. En un partido violento y camaleónico, desleal a sus propios votantes y al resto de los ciudadanos vascos. Y el PNV tiene una historia que ni ha manchado ni debe manchar en la democracia y en la libertad, es decir, en el respeto a los vascos que no piensan como ellos, los que ellos llaman “españolistas”, postura que deben admitir como al menos tan digna como la de ellos, porque es una postura políticamente libre, humana y pacífica.

Y esto lo digo tranquilamente sentado, sin agazaparme, en le rincón de la derecha. Sabiendo que a nadie represento ni que hablo en nombre de nadie sino que es llana y simplemente “mi particular opinión”, desde luego cambiante si encuentro otra mejor.

De “Exigencias de la Democracia” .

No hay comentarios: