jueves, 4 de septiembre de 2008

La Dignidad. A Josefa Luzardo"

LA DIGNIDAD.

A Josefa Luzardo, con admiración.

Que cargos políticos, que dedican su tiempo "a servir a su pueblo", reciban "su paga" por su trabajo, parece justo. Y hasta deseable porque "hace" político, no sólo al que puede pedir "una excedencia" o al que es "rico por su casa", sino al que honestamente quiera dedicarse a la "res pública".

Pero como toda gloria, en sí lleva tres cargas (limitaciones): una, que el político "se profesionaliza" demasiado; con lo cual, puede hasta "jugar sucio" para "conservar su puesto de trabajo". Es decir, que al irle en ello el "modus vivendi", el vil metal, (y sus intereses personales y familiares) lo anteponga a su propia dignidad. Esta situación le llevará inexorablemente cada cuatro años a la "angustia" del "modus conservandi", prostituyendo incluso, puede, sus ideales políticos, su rectitud de ideas, y a todo aquél que quiera oírle y añada un voto "a su montón": parientes, amigos, compañeros de viaje y "soldada", clanes...

Independientemente de la propia tentación de corrupción, afín a todo poder, de influencias, dineros, favores, la segunda secuela corruptiva está hoy "en fijarse sus propios sueldos" y más o con primas a la producción, no siempre reales, de algunos puestos. Se llega a vender o intercambiar "favores" - crematísticos, claro,- no sólo en el propio partido sino incluso entre contrarios, corrompiendo hasta la esencia la democracia como denuncia coercitiva y ejemplarizadora.

Para este segundo punto hay solución posible: que todos los partidos tengan la obligación de fijar sueldos para cuatro años antes de subir al poder en "sus programas concretos" a Gobiernos Autónomos, Congreso, Senado, Diputaciones, Cabildos, Ayuntamientos, etc. y que los votantes "los conciencien" que no les votarán si este punto no está claro, y nunca más, si les engañan.

Pero una tercera consecuencia, y muy sutil, es el forzar "a los propios compañeros" o de otros partidos a la corrupción indigna e incluso al transfuguismo.

¿Cómo se puede, alegre y elegantemente, renunciar, de hoy para mañana, a 250.000 o a 400.000 pesetas de "ingresos familiares"?

"Chapeau" para el que lo hace, aún quedan, y son la única esperanza de la democracia, que dejan una ventana abierta a un futuro más honesto, sobretodo si no están respaldados y pertrechados con "el riñón bien cubierto."

Pero la indignidad llega al máximo cuando se fuerza a otros que dependen precariamente de "su sueldo" a prevaricar de la dignidad de la renuncia al cargo, - y quedar en el Partido, del que hoy, quizás por error democrático, son los votos, - porque pasar a la "oposición" es pasar "a la miseria".

Quizás también unos "sueldos" más equilibrados "en los activos" y un "retiro" o respiro, soportable "a los en la oposición", al nuevo estilo "of President", haría que algunos más prefirieran "subsistir" honestamente antes que perder la dignidad.


Y la desfachatez, hasta casi la vileza, cuando encima se engaña al pueblo, con pomposas y hueras declaraciones, "obligándoles" a creer que se hace por altos ideales y hasta por "razones de estado", del bien popular o de canariedad.

Porque quizás estemos cayendo en una democracia de "todo para el pueblo, menos el dinero".

Carlos Portillo Scharfhausen.

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